El problema va más allá del salero
La hipertensión es una de las patologías que está afectando a cada vez más chilenos en la actualidad y el consumo excesivo de sodio es quizás el factor de riesgo de más importancia, sobre todo si vivimos rodeados de productos envasados que contienen este compuesto dentro de sus ingredientes.
Carla González C.
¿Cuántas veces se nos “ha pasado la mano” echándole sal a nuestra comida? Y por otro lado, ¿sabemos en realidad cuánto de este producto estamos consumiendo diariamente? Éstas son preguntas que sin duda debemos comenzar a hacernos, pues el exceso de este aliño puede causar estragos en nuestro organismo, donde la principal muestra de ello es la hipertensión arterial, enfermedad considerada prioritaria por nuestro sistema médico.
El presidente de la Sociedad Chilena de Hipertensión y miembro del departamento de nefrología de la Pontifica Universidad Católica de Chile (PUC), doctor Rodrigo Tagle, menciona que en general a las personas les gusta la sal, pues le da un mejor gusto a las comidas y por lo tanto, este efecto sazonador incidiría en que consideremos a este producto como “un buen amigo”, explicando así su alto consumo.
Por otro lado, el médico sentencia que “la sal se ha usado desde tiempos inmemorables como un buen bactericida para tratar de disminuir la cantidad de gérmenes en los alimentos y por eso tiene sentido, por ejemplo, hacer gárgaras de agua con este producto”, comenta.
Al parecer la sal es una buena amiga de las personas, esto por su cualidad de sazonador y por lo tanto “si uno no les dijese nada con respecto a lo mal que le puede hacer para su salud, la comerían en abundancia”, sostiene el doctor Rodrigo Tagle.
Ahora, lo negativo viene de la mano del exceso en el consumo, específicamente del cloruro de sodio compuesto considerado como el más dañino, principalmente por su incidencia en el padecimiento de hipertensión arterial. “Cuando se es hipertenso y se come sal, es más difícil de controlar la presión, se requiere de más remedios y la persona queda expuesta a más riesgos como el infarto y hemorragia cerebral, accidentes coronarios e insuficiencia renal crónica”, sentencia el especialista.
La sal en sus tres tipos
El doctor Rodrigo Tagle manifiesta que actualmente existen tres tipos de sal que están disponibles para el consumo de las personas. Al respecto, comenta que la más utilizada es la “sal común” o cloruro de sodio. “Es la más dañina”, asegura el especialista y explica que sus negativas cualidades tienen que ver con su alto contenido de sodio, compuesto que eleva la presión arterial.
El segundo tipo de sal es aquella que contiene un 50% de cloruro de sodio y un 50% de cloruro de potasio. Para el presidente de la Sociedad Chilena de Hipertensión, “la gracia de esta sal es que aporta menos sodio”, pero anuncia que su problema es que “el gusto que ocasiona no es tan bueno como el producto anterior”.
Por último, cuenta acerca de un tercer tipo de sal, menos conocido y que tiene un 100% de cloruro de potasio puro. Y a pesar de ser una mejor alternativa – pues carece de sodio - su inconveniente está relacionado con su gusto, ya que éste es insípido y por lo tanto, no aportaría el sabor que el consumidor busca en este tipo de productos.
El efecto del cloruro de sodio en el organismo se relaciona con el alza de presión arterial y en palabras del médico de la Sociedad Chilena de Hipertensión, “origina cambios donde los vasos se contraen y se hacen más rígidos con el tiempo”.
¿Cómo escapar de la sal?
Difícil resulta poder reducir el consumo actual de sal y no es precisamente porque no haya una voluntad por parte de las personas. Y es que la mayoría de los alimentos posee este compuesto dentro de sus ingredientes, lo que hace mucho más difícil la tarea de disminuir los índices dentro de nuestra dieta y finalmente de nuestro cuerpo.
Al respecto, el profesional de la PUC dice que a nivel de elaboración de alimentos, la sal es utilizada con diversos fines, entre ellos, el ya mencionado efecto bactericida, mejorar el sabor y su contribución en la conservación de los alimentos envasados.
Es por eso que para este médico, el hecho de que cada vez comamos más comidas “manufacturadas” y menos frescas u orgánicas, tiene como consecuencia una gran ingesta final de sodio. Según sus palabras, “la industria alimenticia sabe que al tener más sodio, habrá mejor gusto y por lo tanto más consumo” y agrega que la utilización del compuesto es mucho más barata que otras sustancias que tienen la misma tarea de sazonar o preservar.
Según la última encuesta de salud realizada en 2003, Chile tiene un 33% de hipertensos mayores de 23 años. “Uno de cada tres adultos sería hipertenso en nuestro país”, menciona el doctor Tagle y agrega que entre las personas menores de 15 años, puede haber aproximadamente un 5% de hipertensos.
A modo de recomendación, el médico dice que lo primero que hay que prever es la sustitución de la sal (cloruro de sodio) por otros productos que también tienen como función aliñar las comidas. “Puedes sazonar con pimienta, orégano, ají, ajo, clavo de olor. Eso no es problema”, asegura.
Otra de las visiones que presenta el especialista en nefrología es ir cambiando en forma progresiva el cloruro de sodio por aquella sal que contiene también al potasio entre sus componentes.
Por último, el médico advierte que aquella recomendación que habla de la tapa de lápiz como una buena manera de medir el consumo diario del aliño, está completamente obsoleta, pues al tener aquella gran cantidad de alimentos con sal ya incorporada en sus ingredientes, agregarle sería aún más perjudicial.
Otros datos relevantes que aporte el presidente de la Sociedad Chilena de Hipertensión son:
- Del porcentaje actual de personas que padecen de esta patología en nuestro país actualmente, “dos de cada tres saben que son hipertensos y más o menos un diez por ciento son pacientes que están realmente controlados en su enfermedad”.
- A grandes rasgos, a un 50% de todos los hipertensos les subirá la presión cada vez que coman sal y les bajará cuando disminuyan el consumo. Es decir, son sensibles al producto.
- En tiempos pasados, la mayoría del sodio que se consumía provenía directamente del salero. Hoy esto sólo corresponde al 10%, pues la mayor cantidad de este compuesto lo absorbemos desde los alimentos ya elaborados.
- Las personas de la tercera edad son las que más se benefician disminuyendo el consumo de sal, porque su presión arterial le bajará con mayor facilidad que a una persona de edad menor. “Cuando uno va envejeciendo la cantidad de sal que se bota por los riñones es menor y por lo tanto se tiende a retener más en el cuerpo”, explica.
- Actualmente existe “El grupo de la sal”, comisión perteneciente al Ministerio de Salud y que está compuesta, entre otros, por personas del mundo empresarial, representantes de los consumidores y especialistas de la salud, quienes a través de un trabajo conjunto intentan buscar soluciones para frenar el alto consumo de este aliño en nuestro país.
Crear conciencia del etiquetado y lectura responsable
Otra de las medidas que se hace urgente incorporar es la de etiquetar los productos mencionando claramente la cantidad de sal que contienen. Al respecto, el médico de la PUC sostiene como una buena idea aquella del “semáforo nutricional” indicada hace algunos meses por el médico y senador, Guido Girardi, el que consiste básicamente en indicar de manera fácil este tipo de información fuera de los envases de los alimentos.