Clásicas preguntas como ¿de dónde vienen los niños?, ¿por qué las niñas y los niños son diferentes? o ¿por dónde salen los bebés cuando nacen?, han causado más de un problema en aquellos padres que se complican al momento de acercarse a hablar de sexo con sus hijos.
La inseguridad con respecto al lenguaje a ocupar y la distorsión que a veces se ocasiona por la presencia de otros agentes de información como el colegio, los amigos o los medios de comunicación, hacen que mamás y papás hagan de esta etapa algo mucho más complicado de lo que parece.
El psicólogo de la Universidad Católica, Sebastián León Pinto, menciona que la primera diferencia orientadora tiene que ver con la distinción de dos conceptos: sexualidad y genitalidad, “no son lo mismo y a veces se confunden”, comenta el especialista en psicoanálisis infanto – juvenil.
Según el profesional, la genitalidad tiene que ver con un concepto que alberga sólo una parte de la sexualidad y tiene que ver con “aspectos afines con relaciones más adultas, por lo menos desde la pubertad en adelante como por ejemplo el coito y la masturbación”, subraya.
En cambio, el concepto de sexualidad es más amplio e inherente al ser humano, “es en definitiva la experiencia con el propio cuerpo y el cuerpo del otro. Por lo tanto, podría decirse que en términos generales habrá sexualidad en el amamantamiento, en el niño que se chupa un dedo o en un adulto abrazando a una guagua”, menciona el psicólogo.
Al mismo tiempo, y ahora respecto de la educación sexual propiamente tal, hay otra distinción importante, esta vez, entre educación sexual formal (aquella que se realiza formalmente y que encauzan algo ya generado, como por ejemplo, el colegio), y educación sexual informal (la que se recibe de manera cotidiana en la familia y la sociedad en general). Para León Pinto, ésta última es la base, se recibe permanentemente y “se da sobre todo en los contextos interpersonales”.
“Una mamá que deja a su guagüita con cuidado en la cuna, está – de un modo informal y cotidiano - educando sexualmente: le está transmitiendo una experiencia de cuidado corporal, que le permitirá al niño sentirse aceptado y querido. Así, cuando crezca, probablemente tenderá a cuidar más su cuerpo y el del otro. Por el contrario, otra mamá que lanza a su bebé bruscamente sobre la cama, está instalando en el niño la idea de que es un estorbo”, ejemplifica.
De esta forma, el proceso de la sexualidad en un individuo parte con la exploración del propio cuerpo en el caso de los bebés, para seguir con preguntas explícitas que suelen aparecer en los niños a partir de los 2 ó 3 años. Es ahí cuando viene la interrogante acerca de cuándo hablarle al pequeño acerca de sexualidad, y en esta línea, Sebastián León manifiesta que el hecho de establecer una conversación entre padres e hijos en torno a este tema tiene que ver con una educación informal verbal, es decir, un contacto de las dos partes a través del lenguaje.
La otra cara de la moneda, es decir, la educación informal no verbal es para el psicólogo, la más importante y tiene que ver con aspectos tan relevantes como el contacto físico que existe entre los padres, “que sea espontáneo y a la vez respetuoso entre sus propios cuerpos”, dice León y agrega que ése será un primer paso para que después hablar de sexualidad sea mucho más fácil y cómodo.
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