Para la psicóloga Rosario Matte (www.rosariomatte.com), los síntomas que se relacionan con el TAE tienen mucho que ver a nivel psíquico “con lo que les pasa a los animales que hibernan, donde les dan ganas de apagarse y guardar energías. Es por eso que estas personas se ponen a comer mucho más que de costumbre, sobre todo carbohidratos, les da mucho sueño, se sienten decaídas, no tienen las mismas ganas de hacer las cosas y de alguna forma sólo ansían estar tranquilos sin que nadie los moleste”.
Sin embargo, prosigue, “llega la primavera y la persona adelgaza, sale más, le dan ganas de compartir con otros, etcétera. Esto hasta que llega nuevamente el invierno”, asegura.
Según comenta la psicóloga, el Trastorno Afectivo Estacional podría verse como una suerte de “necesidad de cuidarse” y por eso plantea que a los antidepresivos u otros fármacos y terapias con los cuales comúnmente se trata esta afección, existen otras opciones quizás más naturales y que bien podrían complementarse con esos tratamientos.
Darse el tiempo para dormir un poco más, descansar lo más posible e intentar relajarse, son algunas de las propuestas. “Por algo el cuerpo le está pidiendo atención y un tiempo para poder recuperar energías porque éste también es un problema que tiene relación con los horarios biológicos, los que en estos casos se encuentran alterados”, afirma.
A pesar de lo anterior, Rosario Matte opina que aquí más que volcarse hacia el diagnóstico de una alteración, el asunto que se debiera tomar en cuenta es que “la persona vive sus ritmos biológicos de otra manera y así como los osos necesitan hibernar, hay también personas que requieren de algo similar y por lo tanto realizar actividades más pausadas como la meditación, masajes, baños con agua caliente y sales y en definitiva, cuidarse porque es el mismo cuerpo el que se lo está pidiendo”. |