Todas las noches, a eso de las 23:00 horas, Pamela ya comenzaba a sentir ese cansancio previo que le provocaba el sólo pensar que – llegado el momento de apagar la luz – su marido comenzaría a roncar con tal volumen que fácilmente llegaría a un nuevo día sintiendo que el descanso nocturno fue nulo.
Un beso de buenas noches, acomodo de almohada y ahí estaba: Marcos profundamente dormido y emitiendo sonidos que en algunos segundos despertaban a Pamela, quien a pesar de darse vueltas en la cama en busca de confort, no podía volver a cerrar los ojos sino entrada la madrugada.
La forma de roncar de Marcos no tenía que ver precisamente con las frases dormir “como tronco, lirón o bebé” sino, y como explica el otorrinolaringólogo de Clínica Las Condes, doctor José Miguel Godoy Silanes, “es el indicio de un problema, es decir, la obstrucción y ésta tendrá como síntoma el ronquido”.
Y claro, ahí estaba la respuesta que Pamela andaba buscando, pues el sonido que emanaba de la respiración de Marcos – sonido que por lo demás la mujer se había dedicado a escuchar y analizar – tenía cierto dejo de obstrucción, “es como si algo tuviera entre la nariz y la garganta”, comentó en alguna ocasión a sus amigas.
El otorrinolaringólogo manifiesta que las personas pueden llegar a la obstrucción por diversos motivos, como tener la nariz tapada en alguno de sus segmentos, “tiene que estar despejado desde el comienzo hasta el final”, indica el médico y prosigue diciendo que “si estás obstruida desde el comienzo de la nariz hasta la tráquea en una, dos o muchas partes, vas a tener problemas”.
“Tú y los niños también roncan y yo nunca me he quejado”, dijo Marcos a Pamela cuando ella decidió contarle a su esposo acerca de este problema. “Sí, ronco, pero sólo cuando estoy resfriada, nunca todos los días”, le enrostró ella.
De alguna forma, esto también es posible. El doctor Godoy Silanes manifiesta que también se dan los casos de personas que no roncan sino sólo cuando se encuentran bajo un estado alérgico, de sinusitis o de resfrío, esto por la congestión que se provoca en la zona infectada. En el caso de los niños, el facultativo comenta que en el 90% de los casos corresponde a la presencia de amígdalas muy grandes o de adenoides, trastornos que se pueden manejar de manera mucho más fácil que en un adulto. |