Prevenir. Ése es el concepto con el que actualmente trabajan algunos profesionales del deporte para intentar al menos que quienes aún tengan posibilidades de no caer en la obesidad, tengan la oportunidad de terminar con el sedentarismo y se coloquen literalmente, en movimiento.
La estimulación progresiva de quienes lleguen con la intención de cambiar su estilo de vida es una de las invitaciones que se les hace a los pacientes obesos, quienes al contrario de lo que quizás piensan, también pueden ser parte del desarrollo de ejercicios, por supuesto, en forma moderada y supervisada por un especialista.
Rodrigo Abett de la Torre Díaz es profesor de Educación Física e instructor de la técnica pilates. Para él resulta inefectivo recetar una dieta y ejercicios a alguien que padece de obesidad, pues no es la forma de combatir la patología. Según su experiencia, es mucho más beneficioso atacar desde otros puntos, los que no contemplen la competencia deportiva de un gimnasio convencional o los ejercicios a los cuales no está acostumbrado el paciente como las pesas o la práctica en máquinas.
“La idea es crear una metodología de trabajo entretenida y que la gente sienta placer al moverse, porque moverse es placentero”, sugiere Rodrigo. Y claro, el objetivo principal de esto es que las personas sientan que su cuerpo va cambiando en forma gradual; que la tonificación, la disminución en el cansancio y que incluso la digestión mejora de acuerdo a las pautas deportivas a las cuales se somete.
En cuanto a ejercicios específicos que puede practicar alguien que ya posee en su organismo la calidad de obeso, Abett de la Torre comenta que la idea es ir ‘preparando la máquina’ a través de ejercicios que beneficien la flexibilidad, la elongación y fortalecimiento muscular, “así cuando se tenga que realizar un trabajo aeróbico como bailar, trotar o nadar, se transforme en una actividad grata y no algo impuesto y difícil de concretar”.
Para el profesional, el hecho de comenzar a hacer ejercicio y tener una buena disposición, traerá consigo la baja de la ansiedad y por ende, la disminución del hambre innecesaria. “Hay aspectos subconscientes que generan el que uno quiera estar bien y haga cosas para lograr este objetivo”, remata Abett de la Torre. |