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Así como hay hijos problema, también existen los “padres cacho”

Padres tóxicos, una realidad

No son pocos los casos de papás y mamás complicados y de hijos que deben lidiar durante años con una relación difícil en la que los roles se invierten y la manipulación es uno de los factores que impide una sana convivencia.
 
Carla González C.

Ser padre y madre no sólo significa engendrar un hijo, sino que también tiene que ver con la entrega de herramientas claves para enfrentar el mundo. De allí que se asegura que es la familia la responsable de entregar amor, valores, educación y conocimientos básicos para la vida.

Sin embargo, en algunos casos esta relación se vuelve difícil y poco armoniosa a causa de la actitud de los padres, quienes incurren en acciones poco saludables y donde las críticas destructivas, la manipulación, victimización y hasta la competencia con sus hijos se vuelve un lastre que puede acompañar a una persona desde la infancia hasta la adultez.

¿Pueden los padres ser tóxicos para sus hijos? Esta pregunta se la han hecho varias personas, una de ellas, la psicóloga estadounidense Susan Foward – reconocida escritora de best sellers – quien menciona en su libro “Padres tóxicos”, a estos progenitores como quienes “por diferentes razones, causan sufrimiento a sus hijos a través de la manipulación, el maltrato, las demandas y sobre exigencias desde la infancia hasta la adultez” (El Mercurio).

Como consecuencia de lo anterior, los especialistas aseguran que en la adultez, estos hijos de padres tóxicos serán individuos con baja autoestima, sumamente inseguros, sumisos, culposos y claramente inestables emocionalmente.

No siempre los padres son figuras positivas

La psicóloga y terapeuta floral de VerSalud (www.versalud.cl), Liliana Miranda, afirma que a pesar de ser un tema real, es difícil encontrar literatura que hable al respecto, pero sí hay especialistas norteamericanos que lo abordan como temática.

Según cuenta, la explicación estaría en que “resulta paradojal hablar del padre o de la madre como figuras tóxicas porque por esencia se asume que los padres son amor y comprensión; en definitiva, figuras positivas”.

A pesar de lo anterior, la especialista dice que lo que sí se sabe y es justamente lo que se ha estudiado durante los últimos años, es que este tipo de relaciones “se van incubando desde la infancia” y que lo interesante es que esto “también se da fuertemente en la adultez”, cosa que permitió según dice “reconocer que el adulto también es vulnerable”.

Lo anterior tiene que ver con que por mucho tiempo se pensó en que sólo los niños (también se hablaba de los ancianos) eran sensibles y que en ese sentido, los adultos eran individuos bien constituidos y que se pueden proteger, teoría que con este tipo de relaciones queda totalmente descartada.

“Se ha visto que cuando efectivamente hay un comportamiento tóxico de parte de los padres, eso afecta incluso a personas adultas y tiene que ver con relaciones muy manipuladoras y culposas; son padres que nunca están satisfechos con lo que hacen los hijos y entonces desde que estos muy pequeños comienzan con comentarios y apelativos muy descalificadores que van minando bastante la personalidad del niño”, menciona la psicóloga de VerSalud.

Los padres tóxicos pueden lograr que sus hijos en la adultez tengan algunos problemas para poder relacionarse con los demás. Algunas dificultades, dice Liliana Miranda son “las relaciones de co dependencia y la necesidad de alcanzar el estándar que nunca alcanzaron según lo esperado por sus progenitores”.
 
La importancia de la historia de vida

Según menciona la psicóloga del consultorio Cardenal Raúl Silva Henríquez de Peñalolén, Valentina Hernández, hay que tener claro que cuando se habla de padres tóxicos hay que referirse no sólo al comportamiento de los progenitores hacia sus hijos, sino también a la historia de vida que hay en ellos y de las vivencias experimentadas en su propia infancia.

Al respecto, dice que es muy común que se dé “la repetición de patrones de ciertas cosas como el maltrato, el abandono y las críticas, lo que posteriormente se da de manera inconsciente hacia los hijos”, aseverando además que también es posible observar lo contrario, es decir, la intención de no replicar con los hijos lo vivido por los padres en su infancia.

     
“Hay mamás que entran en relaciones de competencia con sus hijas y las comienzan a opacar. Ahí se empieza a dar una relación conflictiva porque en el fondo la madre asume un rol protagónico y la hija con eso se va sintiendo postergada y a la vez incapaz de enfrentar a su madre. Cuando adulta, esta hija siente culpa por tener sentimientos negativos en contra de una figura instituida como positiva y contenedora”, menciona Liliana Miranda.

Para la psicóloga de VerSalud, aquellas madres que descalifican a sus hijas en temas como el peso corporal y padres que incluyen dañinos epítetos en la relación con sus hijos (sobre todo en etapas fundamentales como la adolescencia), también son comunes en las relaciones tóxicas.

En ese sentido y coincidiendo con Valentina Hernández, Liliana Miranda dice que “probablemente en esos casos hay una historia detrás de ese padre y esa madre donde en algún momento se vincularon temas de abuso”, que luego afectarán al desarrollo emocional de su hijo.

“Como siempre esos hijos estarán al debe con sus padres, la postura frente a ellos será de mucha sumisión, desarrollo de algunos síntomas, relaciones insatisfactorias y repetición del patrón”, sostiene.

¿Qué hacer con un padre tóxico?

Cuando este tipo de relaciones se hace insostenible, algunos especialistas recomiendan medidas tan drásticas como alejarse de los padres, ya sea por un tiempo hasta llegar a acuerdos o de manera definitiva, pues como se menciona anteriormente un papá o una mamá – o ambos – tóxico no es para nada un ejemplo de calidad de vida.

En este contexto, Liliana Miranda menciona que “cuando los padres han sido excesivamente tóxicos, se prolonga mucho el momento en que este hijo logra tomar la decisión de confrontarlos”.

En este proceso, cuenta, es muy difícil poder llegar a tomar conciencia de que lo mejor es alejarse de estas figuras y hay una evidente demora en enfrentar el problema. Después de todo – añade – la decisión no pasa por el terapeuta sino por el paciente.

Para la psicóloga Valentina Hernández en tanto, lo recomendable – más que enfrentar a las dos partes en una terapia – es “trabajar en procesos individuales porque a pesar de que se trata de una misma problemática, son diferentes los orígenes de esos temas en padres e hijos”.

Y acerca de lo difícil que es poder recomponer una relación cuando hay padres considerados tóxicos, la terapeuta menciona que en el caso de los papás de hijos pequeños, al momento de asistir a terapia “la mayoría va porque el niño es el problema y no ven o no tienen conciencia de la responsabilidad que cabe de su parte donde lógicamente estarán involucrados”.

 
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