La felicidad: ¿un sentimiento pasajero?
¿Quién no se ha preguntado alguna vez qué es la felicidad?, ¿un estado pasajero, un sentimiento permanente o algo utópico e inalcanzable? Al parecer es una interrogante que no tiene una respuesta certera, pero lo que sí está claro es que todo depende de nosotros y de cómo llevemos nuestra propia vida.
Carla González C.
Ser feliz pareciera ser algo a lo que no muchos pueden optar. En medio de ajetreadas jornadas, estrés, individualismo y el consumo que por ahí alguien atinó a decir que “nos consume”, las personas han volcado sus sentimientos hacia el pesimismo, dejando atrás demostraciones cálidas como una sonrisa y la mirada optimista hacia la vida.
Para demostrar cuán felices somos (en el caso de los santiaguinos), existen variadas encuestas las que nos han posicionado, primero, como una de las poblaciones menos radiantes y más pesimistas de América Latina y segundo, como una de las más jubilosas. Este último caso, lo revela la reciente indagación realizada por la Universidad Central los días 12 y 13 de septiembre pasados.
Para el psicólogo Patricio Araya Arenas hay muchas formas de ser feliz. “Imagínate la felicidad inmensa que puede llegar a sentir una persona cuando logra disfrutar con un contacto emocional profundo, una experiencia de encuentro, de amor, sexo, etcétera”, comenta.
Esta dicotomía reafirma el cuestionamiento acerca de qué es la felicidad y qué significa estar en esas condiciones. Al respecto, surgen muchas ideas y todas encuentran un punto en común, el que habla de que todo (o al menos la mayoría) depende de uno mismo y de la forma en cómo se sobrelleva la realidad, el desarrollo de las emociones y los lazos que se construyen con el entorno.
El licenciado en psicología con especialidad en psicología clínica, Patricio Araya Arenas, comienza exponiendo la diferencia que puede establecerse entre felicidad y alegría, donde semánticamente la primera tiene que ver con el estado en el que se encuentra una persona y la segunda, con la manifestación física de ese sentimiento, por ejemplo, la risa.
Para el psicólogo la felicidad puede ser pensada como una forma “interna de base más profunda, que de alguna manera pueda hacer pensable una disposición hacia la vida y eso a veces tiene que ver con la personalidad”, comenta.
Esta “forma de ser y de estar en el mundo” ya era puesta sobre la mesa por los griegos, quienes definieron la forma en que el ser humano se desenvuelve en el entorno. Así especificaron los temperamentos: flemático, sanguíneo, colérico y melancólico, siendo la felicidad una forma que, según el especialista, también tendría cabida dentro de las categorías en cómo las personas encuentran esa forma de ser en el mundo.
Para Araya, otra de las maneras de concebir la felicidad es lo transitorio que tiene que ver con factores como los triunfos, logros y “la capacidad de poder encontrar placer”, entre otras y es ahí donde se reafirma la aseveración del “estar feliz”, la que socialmente es mucho más veraz que la de “ser feliz”, pues esta última implica algo más permanente e inquebrantable.
Una mochila cargada de buenas experiencias
Entre tanta situación de conflicto, ¿cómo ser feliz? Y es que existen personas que aún cuando están pasando por momentos difíciles, llenos de tensión y nerviosismo, rescatan lo bueno que hay dentro de ello y lo que para algunos puede ser indicio de trastornos como la depresión, para otros es sólo una dificultad más, de la cual pueden aprender y sacar lecciones de vida.
En ese sentido, el psicólogo clínico menciona que hay al respecto una mirada que tiene que ver con aquellos individuos que viven la vida con optimismo o fe, esta última entendida no como algo apegado a una religión, sino como “el sentimiento de que todo saldrá bien porque tienen un buen campo de experiencias pasadas que se han podido conseguir con trabajo y esfuerzo”.
El profesional destaca que serán esas mismas experiencias pasadas, las que nos ayudarán a cargar una especie de “mochila”, la que nos permite – si es que está llena de buenos momentos – enfrentar bien las dificultades. “Una persona que tiene una positiva disposición hacia el mundo tiene a mi juicio una cierta predisposición para encontrar mayores espacios a abordar con optimismo, sensación mejor vinculada con la felicidad”, resalta.
Patricio Araya manifiesta que en cuanto a las diferentes personalidades, la que más se ajusta al perfil de alguien que puede ser ‘más fácilmente feliz’, “es aquella que encuentre un cierto equilibrio entre sus deseos, la capacidad de realizarlos y las necesarias frustraciones que impone la vida”.
Entonces, una persona que sepa equilibrar esos puntos, “aprende a no desesperar y tiene motivos para seguir viviendo, es una persona que tiene más posibilidades de ver la vida con mayor felicidad”, agrega.
Y el dinero ¿hace la felicidad?
Según el estudio realizado por la Universidad Central, el 70% de lo encuestados asevera que el dinero no hace la felicidad. Sin embargo, la realidad dista un poco de esa afirmación y está claro que el consumismo cada vez nos va atrapando más y más, haciendo que muchos formen incluso cierta dependencia con algunos productos.
El especialista asevera que en términos simbólicos, “hay una base material que sustenta a la felicidad” y que está relacionada con el confort que hace que las personas estén felices y tranquilas.
Según el psicólogo clínico, en la actual sociedad de consumo, se está promoviendo una especie de “circulación de imágenes y objetos para ser adquiridos y que nos prometen permanentemente la felicidad”.
Para el profesional, este tipo de situaciones nos “invitan a conseguir algún grado de satisfacción y por ende, de despreocupación”. Y claro, tal como menciona el especialista, todos los spots publicitarios muestran a personas contentas que consumen algún producto determinado y por ende a través de ellos, efectivamente hay una invitación para adquirirlos.
De esto se desprende la idea de que la felicidad no es un estado permanente del cual podemos gozar en forma ininterrumpida. Sin embargo, mirar la vida y sus distintas situaciones en forma positiva, con la mente clara y con la convicción de que todo resultará de una manera beneficiosa, puede transformarnos en seres más felices y seguros de nuestros actos.